AMAR ES ESTAR ATENTO 2

AMAR ES ESTAR ATENTO:

Hay un queso vegano, que no es realmente queso, pero que los veganos comen como si fuera realmente queso sin ser queso, yo, a veces, lo compro porque engorda menos y lo como como si fuera queso, sin ser realmente queso.

Pues así vivimos la vida, viviéndola como si fuera vida pero sabiendo, en lo más profundo de nosotros, que no es “vida” lo que estamos viviendo.

Y es que llegamos al final del día y antes de dormir, a veces nos decimos, tengo que organizarme para tener más tiempo…; en vacaciones haré ese curso que quiero…; compraré ese libro y lo leeré cuando llegue el puente… Pero llega el día siguiente, las vacaciones, el puente y no soy capaz de organizarme para tener tiempo, ni teniéndolo creo tenerlo.

vivimos subidos a la prisa, que es el efecto más grotesco de la inconsciencia (inconsciencia, no en el sentido convencional sino en el significado de no estar presentes en nuestras vidas).  Ante esto, yo me repito con frecuencia la reflexión de aquél maestro zen, cuyo nombre no recuerdo pero no importa, “Ve deprisa lentamente”.

Decirla mentalmente me permite frenar en seco y tomar refugio en mi inspiración durante un instante eterno donde la vida ocurre.  

Y eso es el presente, un instante eterno, sin tiempo, sin espacio, donde me alineo con la vida y donde, como dice Elisabeth Kubler-Ross, están todas las posibilidades de felicidad y amor.

Amor, porque amar es estar atento y sólo es posible estar atento en una condición de “presencia”.

Amarme a mí misma por tanto requiere dirigir mi atención hacia mí. Cuando escuchaba a la gente decir que había que amarse a uno mismo, siempre me he preguntaba cómo se haría eso. Ahora lo sé. Cuando tomo una respiración consciente, dos, tres respiraciones o las que necesite, empiezo a percibirme y puedo dirigir la atención a mi cuerpo y sentirlo por dentro; a mis pensamientos y observarlos sin intervenir; a mis emociones y permitirlas en mi cuerpo; a mis tus músculos y a mis órganos vitales y a esa presencia profunda que subyace detrás de quien creo ser, puedo dirigir toda mi atención a mí misma y eso, es AMARME, porque amar es estar atento.  

A partir de ahí, puedo dirigir esa atención y, en consecuencia ese amor, hacia los otros: hacia mi familia, mis amigos, mis cercanos o cualquier persona con quien me cruce, porque amar a otros es ofrecerles presencia, tanta presencia de la que sea capaz, y entonces el amor fluye en mi vida. Y es que, como una vez leí, vivimos en una tierra de amor y negociamos con la moneda del amor.

La presencia requiere esfuerzo, porque no estamos entrenados, mucho esfuerzo, pero el amor y vivir plenamente la vida merecen la pena.  ¿No crees?

Otro día hablaremos de la felicidad.

Hasta la próxima

Lourdes Vidal