Buscando Despertares

¿Sabes que yo ya tuve despertares? Desde que los entendí, a diario, intento encontrar más. No siempre los encuentro, pero creo que es cuestión de atención así que y, aunque no dependen de mí, escudriño entre lo que me ofrece la vida cada día para buscar más “despertares”, porque encontrarlos transforma y cuando menos lo espero me sorprenden por unos instantes.

Para encontrar “despertares” hay que estar atento, a veces intento provocarlos descansando entre respiraciones antes de enfrentarme a alguna experiencia, pero rara vez funciona. No obstante, la Vida no deja de traerlos y puedo nombrar momentos donde han ocurrido algunos de los míos: dentro del mar, mirando noches con estrellas, cuando me sorprende el aroma a azahar de Sevilla en Abril y Mayo, en el abrazo eterno de mi sobrina Avril, en el recuerdo del olor de mi madre y de los ojos que me regalaba mi padre, en la intimidad más profunda, en algunos momentos de soledad, en el paroxismo del estribillo de Casta Diva, en los chocolates belgas, en la sensación de la caricia ansiada, en el asombro de los atardeceres violetas, mirando la luna llena, en un beso eterno… los despertares ocurren en los brevísimos instantes que comienzan experiencias como esas, justo antes de que mi mente las haga pequeñas con calificativos enormes.

Los «despertares” exigen ir despacio, aunque vaya deprisa, y copiar la concentración de los niños cuando juegan, porque sólo desde la auténtica calma que surge de la consciencia sin pensamientos se les encuentra y se les experimenta.

Y descubrirlos es difícil porque los “despertares” no se tienen en la urgencia, ni tampoco se pueden guardar para luego. Acumular “despertares” exige vivir en el valioso espacio del momento presente y dejarse envolver por lo que está ocurriendo en el ahora, sin osar a etiquetarlo o encasillarlo.

Y ahí me paso yo la vida, buscando a diario “despertares” que en mi pequeñez y, a posteriori, califico de extraordinarios y que me estremecen por lo insólito, cuando tengo el privilegio de encontrarlos justo en los instantes previos a que los encuentre mi mente.

 “…esta capacidad total de maravillarse”, señala Daniel Odier,  que “es la esencia misma del despertar…”, “Es en eso” sigue diciendo, “ y solamente en eso, que tú puedes ser un hombre. Todas las otras búsquedas, todas las otras alegrías son formas de huir”.

Hasta la próxima,

Lourdes Vidal