¿Dónde está «Siempre»?

Dicen los Yogis que en el espacio que media entre respiraciones no hay pensamientos.

Me gusta pensar sobre ello porque, si no hay pensamientos, la mente se queda sin soporte y, entonces, rozas instantes de «eternidad», pero «eternidad» no significa más tiempo, sino básicamente que no hay tiempo. 

En nuestras vidas vivimos corriendo detrás del tiempo, lo que viene a ser lo mismo que correr para alcanzar el final del arcoiris, y que bien pensado, resulta absurdo si se parte del hecho de que el tiempo no existe.

El tiempo no es una condición de vida sino un invento del hombre para organizarnos en sociedad y usarlo para organizarnos es efectivo, pero usarlo para determinar nuestras vidas nos llena de prisa y estrés porque intentamos poseerlo, acumularlo y guardarlo. 

¿Cuánto dura un instante? le preguntaba Alicia (…En el Pais de las Maravillas) al conejo, “ A veces una eternidad” respondía él…

Ese instante en el que la mente se queda sin soporte, y que ocurre tantas veces en nuestras vidas sin que apenas lo percibamos aunque sí seamos conscientes de ello: el beso enamorado; la sensación de una caricia; el abrazo de un niño; los momentos exaltados de una opera; el frenesí de la pasión que se materializa; la culminación del deseo que imitaba a la asíntota; la experiencia del chocolate en la boca; el instante primero de ver atardecer; sumergirte en la transparencia del mar; el azul enorme del océano profundo; los instantes de vértigo deslizándote en el agua; el asalto de un aroma familiar y entrañable…

“Eternidad” es lo mismo que “siempre”, pero ¿donde está “siempre” si el tiempo no existe? ¿Dónde está lo eterno?, .. lo perenne?…lo sempiterno?…todas estas palabras parecen desbordarse de tiempo y, sin embargo, sólo ocurren en el “ breve instante del momento presente”, donde no hay tiempo, donde la mente se queda sin soporte, donde la Vida ocurre.

Sólo alcanzar ese instante y fundirnos con él, nos permitirá entender a Elisabeth Kubler-Ross cuando decía que en momento presente están todas las posibilidades de felicidad y amor. 

Hasta la próxima,

Lourdes Vidal