EL MEJOR PROFESOR DE YOGA

EL MEJOR PROFESOR DE YOGA

Si no puedes darle sentido a tu vida, no puedes transmitir Yoga, ni en realidad nada.

Para mí, el sentido máximo de estar vivo es “sentirse vivo”, y sólo es posible sentirse vivo si estás “presente”.

Estar presente el mayor número de veces al día es para mi la clave, y me refiero a los momentos pequeños de la vida, esos que ocurren entre los «ansiados» grandes acontecimientos, porque CUIDADO!! si vivimos hambrientos de grandes momentos y emociones y dependemos de ellos corremos el trágico riesgo de que el instante presente y, con él la vida entera, pase por nuestro lado sin que nos demos cuentaDescripción: 😔.

En mi historia personal debo decir que sólo he sido capaz de enseñar  Yoga en los momentos de mi vida en los que me he esforzado para estar presente. Cuando he vivido épocas de inconsciencia, y he tenido muchas, sabía que no tenía nada que enseñar, sólo teoría y, como dice Feuerstein, la intelectualización de lo espiritual sirve de poco y nada. Muestra de ello era cómo desaparecían los alumnos.

La prueba más dura es la rutina diaria, porque hay que renovarla diariamente con las prácticas elegidas: asanas, meditación, lecturas cuidadosas de libros bien elegidos, silencios, instantes de presencia al día…o todas juntas.

Cuando se lleva tiempo practicando Yoga el aburrimiento aparece, o cuando comprobamos  la lentitud de los cambios (y no me refiero al cuerpo, que esto es rápido), o las dudas que nos surgen… el riesgo de dejarlo se manifiesta, pero hay que insistir y no dejarse llevar por la desilusión.

Incluso en tiempos en que mi práctica es real y constante, a veces, me pregunto si tengo suficiente preparación para ser capaz de transmitir algo útil, o al menos una pequeña guía a mis alumnos.

Me consuela recordar lo que le escuché una vez decir, en un retiro, a Eckhart Tolle : “Si crees que estás preparado, no lo estás, y si crees que no estás preparado, entonces lo estás”.

A mi personalmente me gustan los profesores de Yoga que me hacen “sentir viva”; esos que me enseñan de forma fácil y que los entiendo; que no me cuentan cosas que no se poner en práctica y que sospecho que ni ellos mismos entienden de qué hablan; que me hacen vibrar, reir, llorar, vivir, ser mejor persona y descubrir mi “Máximo”.

Y me da igual si el profesor enseña un Yoga muy físico y muy atlético o por el contrario un Yoga físicamente suave, o  una  práctica de Yoga moderna o un Yoga tradicional,  porque si el profesor lo vive en su día a día,  con mucha seguridad, su práctica me lanza a la aventura de la consciencia en las diferentes partes de mi cuerpo y de mi mente y me conduce directamente a ese punto donde mi humanidad se une con mi divinidad, o dicho de otro modo, mi Conciencia.

Así que, si quieres mi consejo, no pidas consejo, y no me creas a mi tampoco ;). Prueba tú y quédate con el profesor que te haga sentir vivo. 🙂

Hasta la próxima,

Lourdes Vidal