EL YOGA, LAS RODILLAS Y LA FELICIDAD

EL YOGA , LAS RODILLAS Y LA FELICIDAD

Hoy en clase me fijaba en las rodillas. Cuando se trata de trabajar con las rodillas, en Yoga tienes que verlas en relación con las caderas, los pies e incluso los hombros. Y no me refiero a entrar en detalles, sino simplemente en relación con los puntos básicos del cuerpo. Eso te dará una idea de su alineación. Debes recordar que ellas deben seguir la dirección de los pies, y que de su correcta alineación dependerá la libertad de tus caderas o la efectividad de determinados músculos estabilizadores en las posturas de pie. De igual forma, la posición de tus pies en algunas posturas sentadas, determinará si estás trabajando tus rotadores de las caderas o simplemente tirando de las rodillas (algo que no quieres hacer).  Tienes que mirar desde distintas perspectivas. Suelo hacerlo en mis clases de Yoga, cuando me paseo entre los alumnos mientras hacen la práctica.

Considero el Yoga como una herramienta y el conocimiento de anatomía te da perspectiva para trabajar focalizado en tus músculos. Esto los magnificará, pero también te permitirá estabilizar tu sistema nervioso y dirigir tu atención exclusivamente a tu práctica, como si estuvieras tú solo en la clase. Tú, tu cuerpo, tu mente y tu respiración. Absolutamente presente, absolutamente vivo.

Cuando trabajas con atención plena en los músculos que usas, vas un poco más hacia dentro en tus sensaciones y, eso te permite entender qué pasa realmente en tu cuerpo.

En realidad es jugar con la anatomía: qué estás sintiendo en cada momento; descubrir las diferentes sensaciones de cada músculo cuando se activan; la diferencia en tu respiración si dejas que la gravedad haga el trabajo o si lo haces tú; cómo sutilmente tus músculos se magnifican cuando los conectas conscientemente con tu cerebro; la habilidad que se deriva de activar los músculos correctos en cada asana; propiciándote equilibrio y efectividad en los movimientos, empujándote a ir más allá quizás, a preguntarte ¿qué más puedo hacer?.

Pero lo que considero más interesante durante la práctica de Yoga, es la profundidad de PRESENCIA que vas experimentando conforme la práctica avanza, y lo que es más impresionante, el poder que esa PRESENCIA te otorga: sentirte vivo!.

Decía San Agustín que Lo más venerable del mundo, lo más comprensible, lo más nítido y lo más constante no es sólo que queramos ser felices, sino que sólo queremos ser eso. Es a lo que nos fuerza nuestra naturaleza.

Pero creo que sólo somos felices cuando nos sentimos realmente vivos. En realidad tiene sentido no, porque si no, para qué estamos vivos si no es para sentirnos vivos. Más allá de las absurdas necesidades que nos creamos diariamente que nos hace perseguir objetos externos en el anhelo de sentirnos bien y felices, lo cierto es solamente cuando nos sentimos vivos llenamos esos anhelos: cuando besamos, cuando abrazamos a alguien a quien queremos, cuando ayudamos a alguien, cuando hacemos el amor, cuando observamos lo impresionante de la naturaleza, cuando nos reímos a carcajadas,  cuando comemos algo espectacular,…

Pero ¿qué hace que nos sintamos vivos en esas situaciones? Creo que lo que nos hace sentirnos vivos es, simplemente, estar presente. Cuando estoy presente, me siento vivo, cuando me siento vivo experimento  felicidad.

Hasta la próxima,

Lourdes Vidal