
He enseñado Yoga a miles de personas durante 25 años, he asistido a clases de cientos de profesores, he estudiado su filosofía durante horas, días, meses y años, he meditado todos los días durante mucho tiempo.
La razón por la que llegué al Yoga, y por la que sigo volviendo a él, fue el sutil sentido de conexión que experimenté durante su práctica, que me ofreció la PAUSA necesaria para acariciar mis heridas y suavizar la sensación de urgencia que por entonces me guiaba.
Soy una persona bastante mental y algo visceral (aunque espero que cada vez menos…) que, al día de hoy, se obliga a permitirse la PAUSA, porque los años de práctica me han revelado que:
- … es en esa PAUSA donde he descubierto que la vida puede ser sorprendente ofreciéndonos el trabajo que tenemos que hacer;
- es esa pausa la que me ha enseñado las creencias que limitan mis sueños y los patrones mentales que secuestran mi ánimo conduciéndome a la misma conducta que materializa las mismas experiencias vitales;
- es la PAUSA la que me permite el descaso; la que me ofrece el espacio para relajar el cuerpo y calmar la mente y la que me obliga a abrir el corazón y preocuparme por mi bienestar y el de los otros;
- es en esa PAUSA donde encuentro “mi soledad” para advertir la calma silenciosa que me habla cuando me permito escuchar;
- es en esa PAUSA donde puedo cambiar, sanar y crecer
- Y es en la PAUSA donde encuentro el asombro, lo inaudito y…el Milagro
El “Instante Sagrado” lo llama Un Curso de Milagros.
“Mi Momento de Soledad” lo llamo yo.
Hasta la próxima,
Lourdes Vidal