Sencillo, lento, consciente y profundo

Dice el Tao Te Ching en su verso 47:

“Sin abrir tu puerta 

puedes abrir tu corazón al mundo.

Sin mirar por tu ventana, 

puedes ver la esencia del tao”. 

Cuando enseñas Yoga no quieres representar una obra en la que tú eres el protagonista, quieres estar presente y que tu propia «presencia» comunique confianza a los demás. 

“Cuanto más conoces, 

menos comprendes. 

El Maestro llega sin partir ,

ve la luz sin mirar, 

logra sin hacer”. 

Mi experiencia me lleva a entender la enseñanza del Yoga como como algo sencillo, lento, consciente y con profundidad. Nada más y nada menos, solo eso es suficiente. Cuando enseño así, me puedo permitir tener en la clase personas de diferentes niveles de práctica, principiantes, intermedios y avanzados.

En mi práctica de Yoga, tanto personal como cuando enseño, no necesito realizar grandes cosas, ni secuencias complicadas (aunque no niego que pueden ser divertidas y te retan), porque lo que  busco es la experiencia de la calma, que me lleve un poco más profundo de lo que normalmente voy, porque cuando hago eso empiezo a experimentar mi verdadera presencia, un espacio sin conceptos donde puedo soltar y abrirme a la vida, soltar y permitir que todo ocurra, sin hacer nada, sin esperar nada, sólo soltar.

Para mi, como practicante de Yoga y profesor, esa es la clave. 

Hasta la próxima,

Lourdes Vidal