Un escenario azul y el «Cielo»

Aunque parezca que estoy en el cielo, estoy subida en un escenario azul dirigiendo una meditación durante una charla de Mindfulness.

Y aunque Mary Oliver nos diga en su poema que “La meditación, según he escuchado, se logra mejor si tienes cierta postura estricta. Francamente, prefiero simplemente descansar debajo de un árbol.  Entonces, ¿por qué debería pensar que alguna vez podría tener éxito?…”

Lo cierto es que sí puedes tener éxito en la meditación aunque tu postura no sea estricta. Es verdad que hay tradiciones que requieren cierto rigor en la postura y establecen pautas a seguir para experimentar determinados niveles concentración y de quietud.

También hay que tener en cuenta que cuando nos sentamos en meditación , podemos llevar con nosotros determinadas creencias de cómo y para qué meditar: para reforzar el sistema inmune; para calmar la mente; reducir el estrés; tratar la ansiedad; abrir ciertos canales sutiles o chakras; para desarrollar compasión; para alcanzar niveles alterados de consciencia…etc

Además determinadas técnicas de meditación son formas de control mental para las que necesitamos apoyar nuestra mente en algo: la respiración, un mantra, sonidos…

Podemos considerar la meditación como un estado de alerta que entrena la mente para conseguir, de forma progresiva, un estado interior de calma, serenidad, paz, alegría y desapego, y nos prepara para controlar los arrebatos de estrés, de enfado, de odio, de envidia, los deseos desatados, los miedos,… despegándonos de las emociones creadas y engrandecidas por nosotros mismos y que nos provocan sufrimiento

Pero también podemos entender la meditación como una actitud de apertura, que no requiere esfuerzo y cuya finalidad es ser conscientes primero de lo que surja externamente (pensamientos, emociones, sensaciones…) y más allá de ellos, conscientes de la Conciencia o de la quietud que somos.

La meditación que intento practicar hace unos años, implica simplemente relajar el foco de lo externo y descansar en mi quietud interna, y observarla con suavidad, sin concentrar mi mente en nada… y desde ahí, permito que todo ocurra sin intervenir… pensamientos, emociones… y aunque en realidad es un proceso de autoindagación, curiosamente implica no hacer nada, y simplemente estoy atenta, de forma amable, al silencio interior, y también al campo energético interior, que experimento, y es como una base en la que asentarse para observar lo que surja , sin conflictos, soltado…es un fundirte en esa quietud, morar en ella….no se…un abrirse a esa enorme quietud, realmente sin esfuerzo y sin conflictos, e ir más allá, y soltar ahí y….cuando te levantas de la sentada, llevártelo a tu vida.

Bueno, así lo hago yo, o lo intento hacer, cada mañana…no sé cómo lo haces tú que lees esto…

En cualquier caso y, aunque esa quietud está latente y aún presente en todos los individuos, requiere de un ejercicio atento y continuado para experimentarla.

Y así lo recomiendan los textos de diferentes tradiciones como Los Yoga Sutras de Patanjali; o el mismo Curso de Milagros, cuando habla de «elegir Cielo cada mañana»…. un Cielo, quizás azul, como mi escenario de hoy 🙂 …

Hasta la ´próxima,

Lourdes Vidal