Oyoga Sevilla

¿Quieres relajarte? Permanece alerta

By Oyoga
In julio 24, 2014
2022 Views

La mente está continuamente dispersa. Salta de un pensamiento a otro sin parar, de forma caótica y errática. Mientras conduzco pienso: tengo que recoger a los niños; por cierto no he llamado al del seguro; a ver si le doy una limpiada al coche; mi hermana me dijo que iría hoy a mi casa; no estoy de acuerdo con lo que dijo Luis sobre el informe del departamento, mañana voy a plantear el tema de otra forma; que agradable este masaje que me han dado…

Pero la mente sólo puede hacer una cosa a la vez, aunque va demasiado rápida y nos parece lo contrario. Por esta razón, cuando se concentra la mente en algo, se para y deja de hacer nada más. Focalizando la mente conseguimos por tanto, alejarla de la dispersión constante consecuencia de la avalancha de pensamientos que la asaltan. El pasado y el futuro, los deseos y las aversiones, son las tendencias de nuestra mente que continuamente condicionan nuestro estado de ánimo y nos roban el “presente”, porque nos identificamos con estos pensamientos. Los deseos tienen una característica de urgencia que nos obsesiona, perturba y deforma la realidad, pues dota de singularidad al objeto deseado y nos crea un sentimiento de necesidad. Este deseo puede ser constructivo, pero también destructivo, y  puede que se convierta en la causa de nuestro sufrimiento si no lo conseguimos.  Por su parte, la aversión, el odio, los celos, la envidia, la necesidad de destacar, de tener, de ser, de conseguir….todos estos pensamientos perturban igualmente nuestra mente que reacciona creando sensaciones destructivas en nuestro cuerpo.

Nuestra estabilidad mental es, en consecuencia, muy superficial, y depende de los acontecimientos exteriores que nos ocurren.  De esta forma y, como hábito, reaccionamos a estos estímulos externos de forma inconsciente. Así, si alguien nos insulta reaccionamos con enfado. Si algo nos molesta reaccionamos contra lo que ocurre. Si algo deseamos incontroladamente reaccionamos y vamos a por ello, si algo nos da miedo reaccionamos y huimos o nos escondemos o atacamos. Reaccionamos y reaccionamos, incapaces de pararnos para observar los pensamientos que causan esas reacciones,  y poder elegir respuestas más adecuadas ante lo que ocurre a nuestro alrededor.

oyoga_alerta2

Joe Dispenza explica en su libro “Desarrolla Tu Cerebro”[1]cómo el cerebro y el cuerpo están perfectamente conectados y cómo las emociones son consecuencia de nuestros pensamientos. Así, los pensamientos “que permitimos” en nuestra mente liberan sustancias químicas en el cerebro. El cerebro las transmite al cuerpo para que éste, sienta exactamente lo que el cerebro piensa, y esto provoca unas sensaciones concretas. Por ejemplo el miedo provoca que el pulso y la respiración se aceleren, que la boca se seque. La tristeza provoca presión en el pecho y dificultad de respirar. Nuestro cerebro ya está familiarizado con esos pensamientos y sabe qué sustancias químicas secretar con cada uno de ellos para provocar la sensación adecuada.

Pero el proceso sigue y, el cerebro, cuando comprueba la existencia de sensaciones en el cuerpo, crea más pensamientos del mismo tipo para así ayudar a incrementar estas sensaciones, porque entiende que es lo que queremos en ese momento. El cerebro sólo nos ayuda con lo que estamos haciendo. Crea nuevos pensamientos del mismo tipo (miedo-miedo), que a su vez crearán nuevas sensaciones del mismo tipo también (presión en el pecho- garganta seca), y así sucesivamente, en este círculo vicioso que nos perturba y nos hace sufrir, y siempre con la misma dinámica enloquecedora.

A la larga, esta dinámica crea un estado corporal que determina nuestros patrones de comportamiento, “nuestra manera de ser”, porque nos convertimos en adictos a esas sustancias químicas secretadas por nuestro cerebro de forma reiterada, e increíblemente nos empezamos a sentir cómodos con ellas, y eso hace que las busquemos una y otra vez y que las propiciemos, porque queremos sentirnos así. Si estoy acostumbrado a estar estresado e irritado, lo busco y lo propicio porque mi cuerpo se ha vuelto adicto a esas sustancias químicas que el cerebro manda al cuerpo a partir de los pensamientos que estoy continuamente generando. Y creo más pensamientos de estrés, y éstos crearán más sensaciones corporales correspondientes a ese estrés, y éstas a su vez nuevos pensamientos, y así sucesivamente.

Con el tiempo, las emociones generadas por nuestros pensamientos de estrés, ansiedad, miedo, angustia, ira… afectarán a nuestro cuerpo reflejándose en la postura y en la salud porque estaremos perjudicando nuestro sistema inmunológico.

Al contrario, pensamientos de paz,  calma, felicidad… crearán las emociones correspondientes y reforzaran nuestro sistema inmunológico. Así que de nosotros depende, permitámonos más pensamientos positivos y sustituyamos los pensamientos negativos, porque como dice Joe Dispenza: “Siempre podemos pensar de forma más elevada a como nos sentimos”.

Hasta la próxima,

Lourdes Vidal

[1]        Joe Dispenza, “Desarrolla Tu Cerebro”, Ed. Palmira

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información

ACEPTAR
Aviso de cookies