…Tenemos tantos deseos que acabamos convirtiendo en plegarias suplicantes, por creer que necesitamos lo deseado… lo curioso es que plegaria viene del latín “precaria”, y a nadie le gusta lo “precario”.
Y, quizás es que no se trata de pedir, sino más bien de escuchar…De ir más allá de lo deseado, de las ansias y de los miedos, de la desesperación y la impaciencia…y escuchar… resistiendo la necesidad de pedir…o, como a mi me gusta decir, “manteniendo el sitio”.
Conviene preguntarnos, cuando pedimos desesperadamente, si realmente sabemos lo que tenemos que pedir, o si lo que pedimos es lo mejor para nosotros…
¿Pero cómo saberlo, si vivimos tan alejados de la vida y, en consecuencia, desconfiando de ella?
Fue Oscar Wilde el que escribió eso de : “Cuando los dioses nos quieren castigar, escuchan nuestras plegarias…”
Y Truman Capote el que dijo: “Más lágrimas se han derramado sobre las plegarias atendidas que sobre las no atendidas”
Michael Singer se recuerda a sí mismo en su libro “El Experimento Rendición” que, “¿Cómo podría conocer todo el potencial de la vida si no renunciaba a controlar las situaciones?
Vivir requiere humildad, dice Elisabeth Kubler-Ross, porque la vida es un misterio y todo se revelará en su tiempo oportuno.
Está hablando de “entrega”, esa entrega a la que se refiere el Tao Te Ching cuando habla de adquirir una condición de “dador” a la vida, en el sentido de abrirnos, pues “…en cuestiones de preferencias gana la vida…” explica M. Singer, y no tendremos ninguna experiencia vital antes de estar preparados para ella, cuando descubramos la confianza y comprendamos que las cosas suceden como deben y en su propio tiempo, nos enseña Kubler-Ross.
Cuando “aprehendamos” esto, en el sentido de hacerlo nuestro, podremos relajarnos, abrirnos y acercarnos a la Vida para fluir al ritmo de su ritmo (*) sin resistencias, y permitirle que nos haga GRANDES,porque,y vuelvo a repetir mi mantra personal diario: Si quieres más de la vida,tienes que ser más tú!
(*) Mi mantra personal: Permíteme fluir al ritmo del ritmo de la vida.
Hasta la próxima,
Lourdes Vidal
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