Un alma y la espiritualidad

No encuentras a Dios alzando los brazos al cielo, no lo encuentras allí arriba, dice Ekchart Tolle, que cuenta como un astronauta ruso al volver del espacio sentenció: “No he visto a Dios allá arriba”. 

Y es que Dios es, en palabras de Eckhart Tolle , la dimensión divina que es la esencia de quienes somos, y eso es el corazón, el corazón del universo, el corazón de quien eres tú. 

Lo cierto es que leo la frase una y otra vez, y es difícil de entender, pero claro es que intento entenderla con mi mente conceptual. Me viene a la memoria la historia de Santo Tomás que se pasó la vida hablando de Dios hasta que un día “experimentó a Dios” y, a partir de ese día, Santo Tomás dejó de hablar, en el intento de enseñar que la experiencia de Dios es inefable, por lo que no valen los conceptos que habitan nuestras mentes para explicarla.

Neale donald Walsh señala que todos somos manifestaciones de lo divino, una singularización de Dios, aunque esto sólo es posible percibirlo en la profundidad de quienes somos, y eso requiere presencia es decir, «espiritualidad». Me encanta cuando los Upanishads dicen que a Dios se le experimenta en niveles superiores de consciencia. 

Todos tenemos un alma, desde el momento en que nacemos, también le llamamos espíritu, y no tiene nada que ver con «la espiritualidad».

Albert Einstein decía  que “Sólo al individuo le es dada un alma”, y el alma es la encargada de activar todas nuestras funciones vitales y, dada su inmaterialidad, no puede morir. 

La cirujana cardiotorácica Kathy Magliato escribe que, con frecuencia, presencia los últimos latidos de los pacientes cuando pasan de la vida a la muerte: “Algo muy definido y muy inconfundible abandona el cuerpo cuando se para su corazón”, ella cree que es el alma y advierte que el alma mora en el corazón, porque cuando éste se detiene el alma parte.

Los Yoguis dicen que hay tres cuerpos, el físico, el astral y el causal, y el alma mora en el cuerpo causal. Cuando morimos, el cuerpo físico se separa y se disuelve y los cuerpos astral (donde habitan la mente, el ego, el intelecto y la Energía Vital o Prana) y causal se unen y buscan otro cuerpo físico para habitarlo. 

Así lo explica el Bhagavad Gita: 

“Como la persona que deja a un lado los vestido sudados y se atavía con otros nuevos, así el espíritu deja a un lado su cuerpo mortal para revestirse de uno nuevo”(Verso 22, Capitulo 12). 

Los budistas dicen que un alma espera miles de años para conseguir un cuerpo y volver a la tierra, y según Michael Singer, su misión en la tierra es entrenarse para actuar de forma adecuada en los niveles inferiores de la creación, pero cuando el alma recibe constante mensajes desde los aspectos inferiores de nuestro ser, acaba identificándose con ellos y es cuando pensamos que somos nuestro cuerpo, nuestras emociones, nuestros pensamientos.

Pero el alma es el aspecto de Pura Consciencia de nuestro Ser y cuando evoluciona («despierta») descubre que es una entidad completamente diferente del cuerpo, las emociones y la mente, y se sabe entonces Pura Energía Consciente.

Pero eso ocurre en la experiencia de relacionarnos con dios, y eso es lo que se llama espiritualidad, cuando el alma se conecta con Dios. Mariam Williamson lo derribe como un aquietamiento de la mente. Estar conectados, aquietar la mente y asentarte en lo profundo. Cuando un alma hace eso descubre quién es. 

En palabras de Oprah, el espíritu es la esencia de lo que somos y no requiere ninguna creencia en particular. La única clave de esa esencia es estar consciente del momento presente y, eso, transforma lo que significa estar vivo. 

Así pues, mi conclusión es que todos tenemos un alma, pero no necesariamente todos entramos en ese proceso de espiritualización que implica vivir conectados con Dios. 

Hasta la próxima,

Lourdes Vidal