Un Te de Ayurveda y Coco y la Gracia

Algunas tardes preparo una jarra con té de Ayurveda y Coco y la dejo cubierta en la cocina.

Mientras, me siento en mi escritorio y dejo pasar el tiempo mientras lucho por el párrafo más bello, esos en los que puedes entrar y también sentir.

Creo que escribir es como alejarse de la vida para involucrarse mejor en ella y dejarse llevar.

En cualquier caso, no siempre logro la suficiente concentración para sentarme un buen rato sin mirar alrededor y ojear algún libro.

A veces me levanto para ir a la tetera y llenar de nuevo mi taza de té de Ayurveda y coco. Me gusta olerlo y perderme en ese instante como si esperara encontrar ahí la inspiración.

Pierdo la inspiración en mis propias interrupciones, pero la vuelvo a encontrar como si me sobrara.

Esto de escribir requiere ignorar horarios y soledad. Lo se con certeza, pero no de esa soledad pobre, sino de la rica soledad que me deja atrapar instantes repletos de segundos eternos.

Y así escribo yo, cuando me entran ganas, cuando tengo te de Ayurveda y Coco y cuando me llama la inspiración.

Mal hecho, lo sé, porque los escritores de éxito frecuentan sus páginas con disciplina cada día, los visite o no la indomable inspiración, y ejercen su oficio con dedicación plena, para así estar preparados por si aquella acude a ellos.

Es como elegir el “Cielo”, de Un Curso de Milagros, cada mañana, con la esperanza, y el anhelo, de que te elija la “Gracia”.

Hasta la próxima,

Lourdes Vidal