Tener fe para experimentar fe

¿Qué buscas de un maestro, qué buscas del que ha conseguido lo que tú anhelas?.  

Quieres conocerle, observarle, sin saber muy bien qué buscas, ¿su “suerte”, su sabiduría, su templanza, su experiencia de Dios,  su fe, o sólo el camino que siguió….?

Nos hace lanzarnos a una búsqueda, por épocas frenéticas, en libros, retiros, cursos y prácticas variopintas, a veces de pasada a veces profundizando, pero con la impaciencia y la inconsistencia amenazando el secuestro…

Qué difícil mantener la escucha interior atenta, sobre todo cuando nuestras prácticas no son continuadas y diarias. Y es que nuestro intelecto, nuestras memorias y nuestra fuerza de voluntad, como nos dice San Juan de la Cruz, nos apartan continuamente de esa escucha. Basta que se enciendan débilmente para que nos aparten de ese silencio interior que es la conexión con Dios, o nuestra esencia, si prefieres llamarlo así.

Y es que los dos primeros intervienen constantemente valorando situaciones o mostrándonos historias pasadas o imaginadas y, el tercero, la fuerza de voluntad, es justo lo que no necesitamos para practicar esa escucha interior.

Porque esa escucha hacia ti,  es un permitirte la soledad para estar contigo, para en esa “visita” interior, soltar el control y dejar que todo lo que tenga que ocurrir ahí, ocurra, sin  intervenir, sin crear conflictos, sólo observando, sólo escuchando…porque cualquier acto te aleja del silencio y, en consecuencia, de la experiencia de tu Interior (y pongo mayúsculas para indicar Grandeza).

Lleva tiempo percibir el silencio interior, pero también pericia, porque el silencio interior tiene un sonido bajito y de difícil aprecio pues el pensamiento y la emoción lo apresan, y es fácil de confundir con conceptos imaginados o con experiencias propias o prestadas.

Se podría decir que hace falta fe, pero lo difícil es entender, que esa “fé” es , en palabras de Juan de la Cruz, “una experiencia en el interior del hombre”

¿Cómo entonces tener fe para seguir practicando la escucha interior para experimentar el Interior, si no se ha experimentado aún…? ¿Es entonces necesario la fe para experimentar fe…?

Una vez más el intelecto interviniendo para apartarme de la escucha interior…

Me pregunto si Platon se estaba refiriendo a ese “mantener la escucha interior”  en su reflexión:  «Aquel que esté dispuesto a luchar contra el enemigo permaneciendo en su puesto sin huir, ése es ciertamente valiente».

Hasta la próxima,

Lourdes Vidal