Hablándole a mi misma

Hablándole a mi misma:

La mente es la actividad del cerebro y segrega constantemente pensamientos, el 95% de ellos subconscientes y los mismos que el día anterior.

Si me identifico con ellos y dejo que me secuestren, se convierten en patrones mentales, y determinan mis reacciones y, mis reacciones determinan mis decisiones y, mis decisiones determinan mis acciones y, mis acciones determinan mis experiencias y, mis experiencias determinan mi vida y, en última instancia mi destino.

El EGO es ese acervo de experiencias, conocimientos, creencias, en definitiva de memorias inconscientes, y que constituyen la falsa identidad que me he creado y con la que me enfrente al mundo, puedo decir que es la cara de mi mente.

¿Y es el EGO lo que soy? Pues sólo cuando me identifico con mis pensamientos o emociones, éstos se convierten en mi ego. Esos pensamientos y emociones son corrientes energéticas muy potentes que me secuestran y me dominan, haciéndome reaccionar agresivamente ante las personas y situaciones.

¿Y cuándo me identifico con los pensamientos y emociones? Cuando no soy consciente.

¿Y qué ocurre entonces? Que los patrones mentales me secuestran y reacciono a las cosas sin darme cuenta, sin controlar qué reacciones tengo y tampoco puedo pararlas. Cuando eso ocurre no soy libre, estoy a merced de mi mente y me siento mal y sufro, y hago sufrir a la gente y además, todo lo que me ocurre se convierte en un problema.

¿Y me ocurre mucho? Cada vez que tengo miedo.

¿Y cuando tengo miedo? Cuando no soy consciente

¿Y qué pasa entonces? Que los logros de los demás hacen sentir disminuido a mi ego, que mi ego se siente ofendido fácilmente, que necesita ser admirado constantemente, que mi ego busca constantemente estrategias o formas de demostrar que es mejor que nadie…es un constante trabajo, muy infructuoso y conlleva mucho sufrimiento, y además acabo exhausta.

¿Y cómo lo resuelvo? Elevando mi nivel de consciencia, pasando de ser inconsciente a ser consciente. El ego sólo opera cuando soy inconsciente.

En el momento en el que soy consciente de mi ego, ya no soy mi ego. Es sólo un patrón mental que opera en mí, entonces me convierto en el pensador, y el ego está a mi merced.

¿Y cómo lo hago?

Practicando presencia en mi vida, en mi día a día: siendo consciente del silencio entre respiraciones; parándome de vez en cuando en mi día y tomando consciencia de mi respiración; escuchando el silencio alrededor mío; observando la naturaleza sin etiquetarla (o sea, sin decir esto es un árbol, una montaña, hace calor…); sentándome a mirar el horizonte en el mar, o una noche estrellada; rodeándome de personas con presencia y observándoles.

Y pasa el tiempo y yo, practico PRESENCIA.

Un tiempo después:

¿Veo resultados en mi práctica diaria de “PRESENCIA”?

Pues sí, noto que la presencia crece en mí y que cada día estoy un poquito más presente, a lo mejor no cada día, pero sí cada cierto tiempo.

Y conforme la presencia crece, soy capaz de darme cuenta de mis patrones mentales justo en medio de los episodios de miedo, ira, enfado, envidia que me secuestran y a veces, puedo controlarlos y pararlos, otras veces me doy cuenta justo después y, en ocasiones, soy consciente de lo absurdo de mis reacciones al día siguiente.

Y estoy segura de que llegará un momento en el que pueda identificar una emoción antes de que surja y, entonces, habré alcanzado “EL CIELO”.

¡Puedo elegir!, y puedo elegir responder ante las personas y situaciones de forma diferente a como respondo normalmente, o quizás responder de la misma forma, pero elijo yo, y no mi ego.

Una vez más, la clave es ELEVAR LA CONSCIENCIA, en eso consiste el Yoga ¿no?.

Hasta la próxima,

Lourdes Vidal