La Vida, esa madre que nos patea

Hay cuentos que reflejan la vida real, como el cuento de “La Jirafita”, que me prestó una de las maestras más impactantes que he tenido, Stela Maris Maruso:

La jirafa es un animal que pare de pie, y el bebe jirafa recibe su primer golpe al caer desde dos metros, entonces intenta ponerse de pie y la madre le patea para hacerle caer, y cuando el animalito se vuelve a poner de pie, la madre le vuelve a patear tirándole de nuevo, y así repetidas veces hasta que la jirafita desiste por agotamiento. Es en ese momento en el que la madre ayuda a ponerse en pie. 

¿Para qué hace eso la madre? Todos lo sabemos. 

La madre prepara a su bebe desde el momento en que éste nace, porque de la velocidad con que la jirafita pueda ponerse en pie dependerá su supervivencia cuando tenga que huir de los animales depredadores. 

Y es que la vida nos exige que nos levantemos más fuertes cada vez pero, al contrario de lo que pensamos, no de los grandes retos, sino más bien de las situaciones cotidianas sin demasiada importancia. 

Nos empeñamos en definir la vida en los grandes momentos, pero la vida pasa entre ellos, aun cuando no estamos ahí para permitirla o, más bien, para vivirla, pues la vida es justo este momento, nada más 

Ser fuerte implica estar alineado con la vida en los pequeños momento en que nos patea suavemente: un desengaño personal, una mala contestación, los desaires de un amigo, una decepción, un mostrase y no ser apreciado, una indiferencia… pequeños fracasos, heridas y desengaños cotidianos, que nos obligan a levantarnos y ponernos de pie una y otra vez, y que nos ayudan a crecer de igual forma que los grandes desengaños y las grandes heridas. 

Y lo extraordinario es que, de este modo, los pequeños fracasos de nuestra cotidianidad pueden modificar lo que somos si continuamos «poniéndonos de pie». 

El jesuita Javier Melloni lo dice: “Las cosas fundamentales de la vida son de orden diario”

Es por tanto, en esas cosas de orden diario, donde conviene hacer el esfuerzo de estar alerta para escuchar los mensajes que nos trae la vida la Vida, o a Dios (según como cada cual le llame).

Podemos leerlo en el Tao Te Ching : “ A Dios se le puede escuchar en todas las experiencias de la vida…”

Dios nos habla en esos momentos en que la vida nos patea al suelo, y lo hace entre los miles de ruidos que escuchamos cada día, y de muchas maneras: a través de otras personas, por medio de acontecimientos, en la naturaleza… porque la vida es una continua conversación personal con Dios, en la que hay que saber ver y escuchar, pero sobre todo, confiar para seguir «poniéndonos de pie». 

Y es que la Vida no nos hubiera pateado si no fuera lo mejor para nosotros…

Hasta la próxima,

Lourdes Vidal