Amor o muerte

José Vicente era un amigo de mi padre que solía decir:

No le hagas un favor tan grande a alguien que desee tu muerte”.

Tardé años en entender aquella reflexión, hasta que la misma Vida vino a aclarármelo con desencantos, desengaños y decepciones.

Siempre he pensado que nuestra esencia, como seres humanos, es apoyarnos unos a los otros porque es la base de las relaciones humanas y el principio universal que define el propósito de nuestra existencia.

A un nivel mental, las relaciones humanas son complicadas, y no podría ser de otro modo, pues están regidas por nuestras creencias culturales y propias y por nuestros particulares y complicados patrones mentales, de los que no podemos librarnos y que están ahí latentes, para dominarnos en cuanto tengan la más mínima oportunidad.

En mi experiencia,he descubierto que intentar ser amable en todos las situaciones que pueda,es una forma fácil para ser más consciente en mis relaciones con los otros.

No entiendo aún bien por qué es así,pero sí noto que enlentece mis reacciones inconscientes y que es contagioso,pues los otros se vuelven amables también.

Cuando consigo ser amable un día,me vuelvo a casa inflada de orgullo porque he tenido una jornada “exitosa”.

Creo que porque la amabilidad es lo que en definitiva somos, y que es sinónimo de alma , o espíritu o amor. Y es que «amor» es esa conexión entre los hombres que se produce cuando descubrimos que compartimos el Alma, como proclamaba, de forma algo más compleja, Plotino.

Y sabiendo que nuestras vidas se resumen en actividades o relaciones,podemos elegir la opción de vivirlas dominados por la limitada mente, o acceder a lo más profundo de nosotros y vivir la espiritualidad que nos ha sido dada,entendida por Borja Vilaseca, como la ”parte intangible…que dota de propósito nuestra existencia”.

Vale la pena probar vivir desde nuestra esencia y hacer favores y aceptarlos desde esa naturaleza superior, sin el ánimo de buscar beneficios egoístas derivados de nuestra estúpida identificación con el efímero ego.

Al fin y al cabo estamos aquí para vivir los unos para los otros, es decir, para hacernos favores, incluso tan grandes que nos quieran ver muertos.

Claro que un Alma nunca muere…

Hasta la próxima,

Lourdes Vidal