No tienes que amarte a ti mismo

Lo importante no es amarse a uno mismo: 

Hoy leía un artículo de El País sobre el ensayo de Adriana Royo “Ética del despiadado”, que dedica a” todos los que dejan de ser ellos mismos con tal de no ser rechazados. ¿A qué tenemos miedo?”, pregunta. 

Según la autora, “tememos expresar ciertos aspectos de nosotros mismos por miedo a que nos juzguen y, con ello, que nos rechacen. Tememos la soledad, la separación, el cambio. Tememos sentirnos insuficientes y somos capaces de encorsetarnos hasta límites insospechados con tal de que nos acepten. 

Y es que solo hay un sentimiento más grande y poderoso que el amor (pero no mejor, eso nunca): y ese es el miedo. Miedo al rechazo, miedo a que nos dejen, miedo a no ser suficiente. Porque además de no saber amar al prójimo, tampoco llevamos muy bien lo de amarnos a nosotros mismos”.

La mayoría tenemos una imagen más negativa que positiva de nosotros mismos, sufrimos de esos engaños mentales que nos sabotean constantemente y que nos creemos. 

El remedio para esto parece ser trabajar en amarnos a nosotros mismos, lo que nadie sabe qué significa realmente, ni cómo se hace.   

Para intentar resolver la cuestión, voy a relacionar dos cosas que parecen dirigirnos al objetivo de amarnos a nosotros mismos:  

– Por un lado, hay que reservar momentos para hacer cosas que nos gustan, y eso nos permite vibrar alto y estar presentes, lo cual creo que es genial .

– Por otro, hay que esforzarse en conocer nuestros patrones mentales negativos, que nos critican y sabotean, para cambiarlos por juicios positivos hasta convertir estos últimos en hábitos subconscientes. 

Hacer estas dos cosas, es muy positivo y requiere un esfuerzo que merece la pena realizar, lo único que, aunque es irrefutable el beneficio de moldear nuestro cerebro instaurando hábitos  positivos, en última instancia seguimos dependiendo de los pensamientos segregados por nuestras mentes para determinar nuestra valía y nuestra felicidad.

Pero no desesperemos, hay una buena noticia: no hace falta amarnos a nosotros mismos, porque amarnos a nosotros mismos supone identificarnos con nuestro ego. 

Eckhart Tolle dice que la esencia del despertar espiritual es ir más allá de la idea particular de uno mismo, ya que esa idea de ti mismo, o sea de “tu identidad”(falsa), es esencialmente ego. 

Entonces, recapitulando lo dicho, si la identificación con los pensamientos de nuestra mente se convierte en ego, identificarnos con nuestros nuevos hábitos positivos creados voluntariamente, sería también ego. 

Así que más allá de esforzarse en amarse a uno mismo, lo que hay que trabajar es en estar presente, que es el despertar espiritual del que habla Eckhart Tolle, y que te permite ir más allá del ego y conocer tu naturaleza espiritual. 

Continuando con la refelxión de Eckhart Tolle, si no vives con una imagen de ti, eres la pura PRESENCIA, o sea el espíritu y, siendo esto así, vas más allá de odiarte a ti mismo, pero también de amarte a ti mismo, porque al fin y al cabo ambos son movimientos de la mente que te impiden percibirte, y cuanto más presentes estemos en nuestras vidas, menos necesitamos que nuestros cuerpos o mentes nos identifiquen y sean la esencia de quienes somos.  

Etckhart Tolle pone el ejemplo de las rosas, y dice que éstas, no tienen ni idea de los que son, simplemente son.

Me viene a la memoria el poema Rosas, de Mary Oliver, «Rosas»:

 “Todo el mundo se hace de vez en cuando
esas preguntas para las que no existe
respuesta: el origen del mundo, la existencia de Dios,
qué sucede cuando se baja el telón
y nada lo detiene, ya no habrá besos,
ni Súper Bowl, ni visitas al centro comercial. 

«Rosas salvajes”, les dije una mañana.
“¿Tenéis las respuestas? Y si las tenéis,
¿me las daríais?”

Las rosas sonrieron dulcemente. “Perdónanos”,
respondieron. “Pero como puedes ver,
justo ahora estamos totalmente ocupadas siendo rosas”

¿Qué mejor definición de amarse a uno mismo que la que esa…?

Personalmente pienso que estar presente es precisamente amarse a uno mismo, puesto que amar es estar atento, y la atención al cuerpo, a los pensamientos, a las sensaciones, al exterior y al silencio interior, te llevan a la presencia, y la presencia curiosamente, te lleva a percibir una presencia sutil más allá de todo eso, o lo que es lo mismo, tu naturaleza espiritual. Cuando percibes eso, no tienes que esforzarte en nada más. 

Luego entonces, no es necesario amarse a uno mismo cuando te amas a ti mismo. 

Hasta la próxima, 

Lourdes Vidal