Yoga no es sólo Asanas

Los objetivos que persigue el Yoga son sumar salud, estar presente, superar el sufrimiento causado por creer a nuestros pensamientos, conocerse a uno mismo y la iluminación o profundización en la Conciencia.

Experimentar estos objetivos depende de una condición intensa de «Presencia» en tu vida, derivada de una práctica constante.

Como parte de esa práctica de Yoga tenemos las asanas, que no constituyen ninguno de los objetivos anteriores pero si son una parte importante de la práctica, como medio para fortalecer el cuerpo y abrir los canales del mismo, en preparación para largas sentadas de meditación .

Añadirle a las asanas la técnica de la respiración te permite trazar un puente entre la mente y el alma, porque dicen las enseñanzas que la respiración te pone en contacto con el alma.

Tomar refugio en la respiración durante la quietud o el movimiento de las asanas nos lleva más profundo de lo que normalmente vamos y nos permite habitar nuestros cuerpos y, en consecuencia, estar presentes.

En la práctica de asanas, surge una espaciosidad silenciosa donde afloran emociones, patrones mentales antiguos, y no tan antiguos, pensamientos recurrentes y junto a todo ello, la sutil percepción de una PRESENCIA que subyace al mismo silencio de la mente. Cuando eso ocurre, se puede sentir la Vida fluir a través de uno y, lo más importante, puedes permitirlo sin resistencias, porque al fin y al cabo ese Flujo eres tú mismo.

Durante los inviernos de 2007 a 2012 viajé a Las Bahamas para vivir y estudiar Yoga el Ashram de Sivananda en Paradise Island, Nassau. El Swami Swaroopananda, un hombre de imagen seria e intimidante dirigía, y dirige este precioso lugar (al que recomiendo ir). Siempre sentí curiosidad por la forma en que conducía el Ashram y enseñaba a sus estudiantes, me parecía altiva y demasiado contundente, pero ese juicio derivaba de mi mente cerrada y condicionada, que no me permitía ver mi propio “engaño mental.

Que mis juicios derivaban de un «engaño mental» propio, lo descubrí durante el estudio de Los Yogas Sutras de Patanjali, texto que no me gusta demasiado por la visión del mundo que expone Patanjali, pero que estudio una y otra vez para mis formaciones de Yoga, encontrando cada vez nuevas lecciones.

Un año, durante mi estancia en el Ashram, me tocó ir a la cocina todas las mañanas para recoger su desayuno (el del Swami) y llevarlo a su cabaña, luego debía recoger los platos y cubiertos  para lavarlos, me enojaba tener esta tarea porque me restaba tiempo para estar en la playa.

El tiempo me reveló las valiosas lecciones aprendidas durante aquellos años de temporadas en el Ashram, mientras realizaba mi Seva, observaba con curiosidad las maneras de Swami Swaroopananda y escuchaba con atención expectante sus contundentes charlas en el Templo. Él fue uno de mis primeros maestros y, al día de hoy, puedo reconocer el inestimable valor de ser un «buen estudiante».

Según él, la inspiración y el gozo derivan de una práctica constante:    

“El camino espiritual del yogui es un camino de gozo, está lleno de gozo. Por tanto debemos perseverar en él toda nuestra vida con gozo e inspiración.

El gozo y la inspiración vienen de la práctica. Si practicamos, experimentaremos paz desde dentro, gozo desde dentro, inspiración desde dentro, energía desde dentro, poder desde dentro, fuerza desde dentro, amor desde dentro.

Así que practica, practica, practica y no te preocupes por las dificultades. Ellas van a estar ahí. Cuando haya dificultades puedes permitirte un pequeño descanso. Cuando haya dificultades, enfréntalas con una sonrisa. Ellas deben estar ahí. Swami Sivananda decía que esas dificultades nos hacen más fuertes. “

Y así ha sido en mi práctica de vida, porque «practicar» me enseñó él, no significa necesariamente, o solamente, realizar Asanas.

Hasta la próxima,

Lourdes Vidal