El silencio te lleva a casa
Aprendí a meditar con un amigo, que luego se convirtió en mi maestro, y que solía decirme: “Lurdes, meditar es sumamente aburrido, no esperes nada”. Con tal aliciente empecé mis sentadas, donde lo único que hacía es seguir a mi mente de un acontecimiento a otro.
Con el tiempo, mi maestro me escribió un día algo diferente: “El silencio te amplia la mente, te da serenidad, …te hace entender la vida y lo que te rodea desde otro plano…te hace disfrutar de ti y del no hacer nada…solo percibir…te transforma poco a poco…”. He guardado sus palabras en un precioso libro, también regalo de mi maestro, durante años: “Conversando desde el Silencio“ de José F Moratiel, fundador de la Escuela del Silencio.
Para Moratiel, el silencio es una necesidad y una practica que hay que frecuentar, y que debe superar a las palabras. Para encontrar el silencio, primero hay que aceptar todo lo que fluya dentro de nosotros y encontrado éste, disfrutar de uno mismo, y gustarse.
En palabras de mi maestro, meditar supone un esfuerzo y una intención y no basta sentarse y esperar que algo ocurra porque nada va a ocurrir, por el contrario, antes del comienzo de la sentada, conviene tomar la decisión de llevar la mente a la respiración cuantas veces sea necesaria. Ese es el objetivo, concentrar la mente en algo, para que no nos moleste y así, poco a poco ir hundiéndonos en el profundo vacío que es el silencio. Ese lugar, donde sólo estas tú, y Dios si es que crees en Él, o tú y tu presencia. Ese lugar desde donde todo es posible, donde no hay límites porque no hay mente, ese lugar envuelto de silencio de vacío, ese lugar donde se llega observando, nada más.. Para llegar ahí, no necesitamos manipular la respiración, se trata sólo de observar, nada más.
Dice Moratiel que “el gesto hacia el silencio tiene que brotar cada día desde el corazón. Sin tensión, sin obligación, sin esperar ni tender a nada. Solo así podremos ver cómo el silencio es nuestra verdad y nuestra salud”.
El silencio te descubre tus angustias, tus miedos, tus emociones de supervivencia, pero si persistes y vas más allá, éstas desaparecen en su irrealidad, mientras te vas encontrando con tu SER (con mayúsculas), tu Verdad. Porque el silencio de la meditación te descubre quién no eres para llevarte a quién eres. Se trata entonces de llegar al silencio mediante el desprendimiento, mediante el soltar pensamientos, objetivos, deseos, angustias, miedos, máscaras…y permitirte caer en el silencio con la confianza de que allí estás seguro, porque allí estás TU, sin tiempo, sin forma, desprendido de lo superfluo y lo irreal, porque “el silencio te lleva a casa”, dice Moratiel.
Hasta la próxima,
Lourdes Vidal
Centro Integral de Formación de Yoga
Oyoga Sevilla
Foto: Stephan R.